Hoy es Viernes de Dolores. La Semana Santa empieza. Y con ella, algo dentro de mí también se pone en marcha. Porque aunque no esté allí, aunque la vida me haya llevado lejos de Cuevas del Almanzora, estos días siempre tienen un brillo especial, un eco que me acompaña donde sea que esté.

Fotografía de Diego García
Cuando llega esta semana, mi corazón vuelve al sur sin pedir permiso. A Cuevas. A sus calles llenas, al sonido del tambor que te avisa que ya llega, que te pone nerviosa de emoción porque ya huele a Semana Santa.
He tenido la suerte de ver procesiones en muchos sitios: fuera de España, en otras regiones, en ciudades grandes y en pueblos pequeños. Todas con su encanto. Pero ninguna como la de Cuevas. Ninguna me ha hecho sentir lo mismo. Allí todo tiene alma. Las imágenes no son solo figuras, son recuerdos. La Macarena, con esa dulzura en la cara. El Nazareno, que impone. El Amarrao, que siempre me ha dejado sin palabras. Y todas las que forman parte de la Semana Santa cuevana.

Fotografía de Diego García
Y luego está la Judea. Eso sí que es único. Difícil de explicar si no lo has vivido, pero imposible de olvidar si lo has sentido alguna vez. Es tradición, es ese toque que convierte la Semana Santa de Cuevas en algo diferente. Algo que no se parece a nada.

Fotografía de Diego García
La música, el silencio, los pasos al ritmo lento, las velas encendidas en la noche… todo eso es parte de una Semana Santa que, aunque haya cambiado, sigue siendo preciosa. Ahora hay procesiones casi todos los días, menos el Sábado Santo. Algunas imágenes nuevas, algunos recorridos distintos. Pero lo esencial sigue. Y eso reconforta. Porque volver, aunque sea en la distancia, es reconocer lo tuyo.

Fotografía de Diego García
Este año, además, la Semana Santa me toca de una forma distinta. El Viernes Santo cae en 18 de abril. Y esa es una fecha que llevo marcada en el alma. Hace 13 años, un 18 de abril, perdí a mi padre. A él le gustaba mucho la Semana Santa. Una década entera pasé sintiendo que me habían robado el mes de abril. Hasta que, hace tres años, justo ese mismo día, escuché por primera vez el latido del corazón de mi hijo en una ecografía. Que, por cierto, lleva su mismo nombre. Así que este año, el Viernes Santo lleva aún más peso. Más emoción. Más vida.

Fotografía de Diego García
Y sí, puede que no esté allí físicamente. Pero estos días, de alguna forma, siempre regreso. Cuevas sigue siendo mi Semana Santa.
Y si estas leyendo esto y nunca has vivido la Semana Santa de Cuevas del Almanzora, de verdad, algún año deberías verla. No es solo bonita: es especial, es única, es emocionante. Y si tienes la suerte de estar allí estos días… disfrútala. Porque no hay otra igual.

Fotografía de Diego García
Gracias al autor de las fotos por permitirme usarlas. Para quienes no han visto nunca la Semana Santa de Cuevas del Almanzora, ojalá les ayuden a hacerse una idea de lo bonita que es.
Que bonito lo que has escrito yo no soy tan devoto de la S.S pero me has emocionado lo que has escrito con tanta humildad, ahora suena el himno de España ejej… no tengo palabras, lo posteo en mi muro un abrazo amiga del alma-nzora SE TE QUIERE HASKI 🙂
¡Gracias Pepe! Me alegra mucho que te haya gustado ☺️. Me salió del alma (nzora) 😜.
Un abrazo
Con cuánto amor y sentimiento lo has estresado, lo transmites igual que si lo estuvieras viviendo en estos instantes, me emocionado mucho, muy bonito Mari, cuidaros mucho y millones de besos para toda la familia ❤️❤️.
¡Muchísimas gracias Ana!
Hoy estoy un poco melancólica.
Espero que hayáis disfrutado estos días. Muchísimos besos y abrazos para vosotros también 🥰😘