De Andalucía a Galicia: la tragedia del calzado

Mudarse de Andalucía a Galicia es como cambiar una tarde soleada en una terracita por una viendo la lluvia por la ventana desde el calor de una chimenea. Todo parece normal hasta que te das cuenta de que las reglas del juego cambian por completo, empezando por algo tan básico como el calzado.

En Almería, nunca fue un problema. El sol brilla casi todo el año, y uno puede sobrevivir con unas chanclas y unos tenis que te sacan de cualquier apuro. Pero luego llegas a Galicia, y descubres que aquí el cielo no solo llueve, sino que a veces parece que te lo tiran encima con cubos. Y claro, esos tenis que antes solo se gastaban por el roce con la arena ahora empiezan a pedir ayuda.

El calzado andaluz vs. la lluvia gallega

En el sur, los zapatos son casi un accesorio, algo que puedes elegir según el estilo o el humor del día. Si hay una tormenta (una de esas dos al año), te resguardas un rato y listo, vuelves a tus cosas. Pero en Galicia, la lluvia es una compañera diaria, y créeme, no te la quitas de encima ni con paraguas. Aquí el calzado se convierte en una cuestión de supervivencia.

¿Esos tenis que usabas para todo? Olvídalos. No están preparados para enfrentarse a los charcos gallegos, que a veces parecen pequeños lagos. Lo aprendí a las malas, por supuesto. Salí confiada con mis tenis de Almería, y en menos de diez minutos mis pies parecían estar navegando en un río. Primera lección gallega: lo de “impermeable” no es una exageración, es una necesidad.

Botas todo terreno: el nuevo básico

Así que, con el corazón en la mano, tuve que despedirme de mis adorados zapatos ligeros y hacer espacio en el armario para algo que nunca pensé que necesitaría: las botas todo terreno. Botas con suela antideslizante, diseñadas para soportar la humedad, la lluvia constante y, por supuesto, ese encanto del “clima atlántico”.

Ahora, cuando bajo a Almería y me ven aparecer con calzado cerrado, ya no hace falta decir nada. Se sabe que no es una cuestión de estilo, sino de pura adaptación gallega. A mis amigos les basta con mirarme y soltar una sonrisa de comprensión. Las botas que antes no entendían ahora son parte de mi identidad nómada entre dos climas.

El arte de adaptarse (y de pisar seco)

Claro, podría haberme resistido. Podría haber intentado sobrevivir solo con el calzado de verano almeriense, esperando a que el clima me diera tregua. Pero en Galicia, esperar a que deje de llover es como esperar que el verano dure todo el año: una fantasía. Aquí, ni siquiera sabes en qué día de la semana cae el verano, porque si parpadeas, te lo pierdes.

Al final, aprender a escoger el calzado adecuado es parte del proceso de adaptación. Y es que, en Galicia, los zapatos son algo más que una elección de estilo. Son tu armadura para enfrentarte al día a día. Eso sí, cuando vuelvo al sur, mis pies vuelven a respirar y mis zapatos ligeros encuentran su momento de gloria. Porque, en Almería, los pies no luchan contra los elementos, simplemente disfrutan.

Y vosotros, habéis tenido que cambiar vuestro calzado al mudaros o viajar a otra zona? ¿Qué tipo de zapatos os han salvado de una buena mojadura?

3 respuestas a «De Andalucía a Galicia: la tragedia del calzado»

  1. […] ya leíste mi artículo sobre “La tragedia del calzado” De Andalucía a Galicia: la tragedia del calzado, sabrás que uno de los primeros choques que tuve al mudarme a Galicia fue darme cuenta de que mi […]

  2. Avatar de Ana Caicedo

    Es pura realidad, y como sabes transmitir tus vivencias, me encanta 👏👏👏😍😍😍😘besos en chanclas o tenis, guapa ❤️

    1. Avatar de María E.

      Muchas gracias Ana ☺️. Me alegra mucho que te haya gustado! El otro día hablaba de este tema y me di cuenta que no se habla casi nada de esto, calzado, ropa.. es un cambio grande! Y seguro que en un futuro escribo sobre mis vestidos de verano 🥺 jajaja. Un besazo ❤️

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