Salir de casa rumbo al parque suele ser un planazo: sol (cuando se digna a salir en Galicia), meriendas improvisadas, columpios, toboganes, niños felices… Un escenario digno de postal.
Lo que nunca te cuentan es el giro dramático que llega cuando dices: “Nos vamos ya”.
Ahí empieza el verdadero reto del día. Un reto físico, mental y emocional en el que no sabes si vas a acabar volviendo a casa… ingresada… o arrestada..
He preguntado a otras madres por sus estrategias para salir de esta sin acabar con dolor de espalda y la dignidad por los suelos. Os cuento las más repetidas:
- El soborno descarado: “Nos vamos a comprar chuches”, aunque no vayan. Esta táctica tiene riesgos. Si no cumples, la siguiente vez no cuela. Y si cumples, cada salida del parque te cuesta azúcar, hiperactividad y culpa.
- La distracción emocional: “¿Y si vamos a casa y pones Bluey o Pocoyo?” o “¡Mira qué coche hay ahí aparcado, vamos a verlo!” A veces funciona. A veces ni te oyen porque ya están en fase colapso nivel 10.
- El engaño emocional: “Mamá se va, ¿vale? Adiós.” Y te vas andando. Con suerte, te siguen. Con menos suerte, no se inmutan. Con mi hijo, no me arriesgo. Tiene pinta de quedarse ahí tan tranquilo como si yo fuera una señora más del parque.
- La amenaza de no volver: “Si no nos vamos ya, mañana no venimos.” Esta estrategia puede hacer temblar a los más valientes… o directamente empeorar el drama. Con mi peque, es como echarle gasolina al fuego.
¿Y yo? Yo por ahora voy a lo seguro:
La técnica del secuestro.
Consiste en correr tras él, cogerlo como un saco de patatas mientras patalea y grita, y llevarlo hasta el coche (que, por supuesto, está aparcado en el quinto pino) entre sollozos, miradas de desaprobación de desconocidos y alguna que otra herida de guerra. Él llorando desconsoladamente. Yo jadeando. Bueno, los dos llorando, cada uno a su manera.
Y yo solo pienso: ¡Llamad a la policía, por favor! Hay alguien secuestrando a mi hijo… ah, no, espera, soy yo. Bueno, da igual, ¡venid igual y lleváoslo un rato mientras yo duermo!
Eso sí, no penséis que en el coche se calma…
No.
En el coche sigue el drama: gritos desgarradores cuando ve que arrancamos y dejamos atrás el parque de sus sueños, sollozos entrecortados mientras avanzamos calle arriba… y cuando llegamos a casa, el coche está prácticamente inundado de tantas lágrimas (las suyas y un poco las mías también).
Pero bueno, dicen que cuando crezcan echaremos de menos estos momentos.
Aunque yo, sinceramente, creo que no voy a echar de menos exactamente esto.
¿Y vosotros? ¿Qué táctica utilizáis para lograr salir del parque? ¡Todo consejo es bienvenido: desde tácticas profesionales hasta rezos desesperados!
Jajajajajaj drama maternal 😜😜😜ingresada o arrestada 🥴🤣🤣🤣🤣