De Andalucía a Galicia, literalmente

Si algo tiene vivir a 1100 kilómetros de tu tierra es que, cada vez que decides ir de visita, te preparas para una maratón sobre ruedas. Estas Navidades tocó lanzarnos carretera abajo hasta Cuevas del Almanzora, mi pueblo natal, para pasar unos días en casa de mi madre. Y claro, como somos gente práctica, elegimos el momento perfecto: operación salida, un niño de dos años y el coche cargado hasta el techo. Porque las emociones fuertes nos encantan.

La planificación fue clave. En serio, aquello parecía una mudanza: sopa en un termo, papilla de frutas, bocadillos para nosotros y juguetes suficientes como para montar una tienda ambulante. Menos mal que lo hicimos, porque entre el atasco en Madrid y las áreas de servicio abarrotadas, la idea de comer algo allí habría sido más ficción que realidad. Aunque eso sí, las paradas técnicas fueron inevitables: pañales que cambiar, piernas que estirar… y un peque que veía cada gasolinera como el escenario perfecto para correr sin frenos.

La banda sonora del viaje fue cortesía del señor Pocoyó. Cuando viajas con niños, ellos mandan, y nosotros cedimos. Hubo libros de actividades, algo de colorear y, por supuesto, la tablet como salvavidas. Al final, después de varias horas (¿o siglos?), llegamos al pueblo… y al calor.

Más de 20 grados en diciembre. ¿Y yo qué había metido en la maleta? Jerséis navideños, por supuesto. ¿Por qué no pensé en llevarme el bikini? Sudando como si estuviera en agosto, me prometí que el próximo viaje sea el mes que sea añadiré ropa de verano a la lista de imprescindibles.

Pude conocer a mi nueva sobrina, un bebé precioso que apenas tenía unos días, y vi cómo mi peque y su prima jugaban el día de Navidad rodeados de los regalos de Papá Noel. La ilusión en sus caras era de esas cosas que se te quedan grabadas, aunque estuvieran destruyendo el salón de mi madre en el proceso.

La vuelta, como siempre, fue más tranquila, aunque eterna. Cruzar las montañas y volver al frío y la humedad de nuevo fue un recordatorio claro: ya estamos en casa. Y aunque Galicia no tiene el sol del sur, tiene su propia magia y huele a hogar.

Si alguna vez os planteáis un viaje así con niños pequeños, aquí van mis consejos de madre “experimentada”: llevad comida (y mucha), preparad entretenimiento variado, y si vais al sur en Navidad, meted el bikini en la maleta. Nunca subestiméis el poder de un sol andaluz en diciembre.

Y vosotros, ¿también hacéis viajes largos en familia? ¿Os han pasado anécdotas parecidas o tenéis trucos infalibles para sobrevivir al trayecto? ¡Contadme en los comentarios! Me encantaría leer vuestras historias (y tomar nota para el próximo viaje).

2 respuestas a «De Andalucía a Galicia, literalmente»

  1. Avatar de José Manuel Caicedo Márquez
    José Manuel Caicedo Márquez

    Jajaj igual el coche 🚗 que has puesto en tu artículo,sabes es el coche de mis sueños jurado 😉🙂🙂🙂

    1. Avatar de María E.

      Jajaja, es muy bonito! La verdad que el que usamos realmente es el de los míos 😴🌙 😘

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: vitanzia.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a Hostinger que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.