Mujer durmiendo

Diario de una Madre: ¡Ahora sí que duermo!

La incredulidad

No os lo vais a creer. Tras 18 meses de noches interminables, de ojeras que ya parecían tatuajes permanentes y de sentirme un poco como un zombi de esos que no salen en las pelis porque dan más pena que miedo… ¡ya duermo! Sí, habéis leído bien. ¡Duermo! Como si mi hijo hubiera encontrado el artículo que escribí hace unas semanas sobre mis noches sin pegar ojo y hubiese decidido que ya era suficiente. O quizá ha querido demostrarme que en la vida de una madre, todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos… o en un cerrar de ojos durante ocho horas seguidas, más bien.

El misterio de las noches tranquilas

Al principio no me lo creía. Las primeras noches en las que no escuchaba su llanto desde la cuna, me despertaba yo misma, en plan detective nocturna, a investigar si todo estaba bien. Me levantaba, descalza y en silencio, con la sutileza de un ninja que no quiere despertar al dragón, pensando: “¿Está respirando? ¿Está soñando? ¿Será que mi café de la mañana era descafeinado y estoy alucinando?”. Pero no. Ahí estaba, dormidito, tan plácido, como si la vida le hubiese regalado el mejor colchón del universo.

La primera noche pensé que era una casualidad. Un golpe de suerte, un milagro cósmico de esos que solo se ven una vez en la vida, como cuando encuentras un billete de 50 euros en el bolsillo de un abrigo que no te pones desde hace tres inviernos. Pero luego vino otra noche igual. Y otra. ¡Y otra! ¡Y así llevamos ya semanas! ¡Semanas, digo yo!

Adiós a los rituales nocturnos

Os confieso que he seguido con mi rutina de preparación de biberones por pura inercia. Cada noche, ahí estaba yo, calentando agua como si fuera a montar una cafetería a media madrugada, metiéndola en termos y dejando listos los dosificadores de leche en polvo, cual experta barista del sueño. Todo, para estar preparada para cualquier emergencia nocturna, lista para el primer llanto.

Un día, al darme cuenta de que llevaba varias noches sin necesidad de preparar ni un solo biberón, me quedé mirando esos termos y los dosificadores y pensé: “¿Pero qué hago yo con todo esto? ¡Si aquí nadie se despierta ya!”. Me eché a reír yo sola. Era absurdo. ¡Por fin podía decir adiós a las preparaciones nocturnas y a los zombibiberones!

Un nuevo superpoder

Ahora me siento como si hubiese descubierto un nuevo superpoder. Dormir de un tirón me hace sentir invencible, como si pudiese correr un maratón (vale, tal vez un maratón de series, pero eso también cuenta). Me siento revitalizada, con una energía que ni me acordaba que existía. ¡Hasta mi piel luce mejor! Bueno, quizás me estoy viniendo un poco arriba, pero permitidme la emoción.

Dormir toda la noche es, de verdad, el placer más simple y al mismo tiempo el más maravilloso del mundo. Ya no es solo un derecho básico; es un lujo, un regalo de la vida. Y yo aquí, disfrutándolo como si cada noche fuera una fiesta en mi honor.

¿Será que todo mejora?

Lo que me ha quedado claro es que, aunque parezca imposible, las cosas cambian. Sé que hay muchos de vosotros ahí fuera que lleváis meses (o años) en modo zombi, sin pegar ojo y pensando que esto nunca se acaba. Pero creedme, ¡mejora!

Mi hijo estuvo hasta los 18 meses sin dormir del tirón, y ahora, de repente, duerme como un angelito. No sé qué cambió, si fue el karma, el artículo o una alineación mágica de los planetas… pero el caso es que llegó. Y si me ha pasado a mí, ¡puede pasaros a vosotros también!

Un mensaje de esperanza

amanecer

Así que, para quien esté en esta situación, quiero que sepáis que hay luz al final del túnel. Y no, no es la luz del despertador marcando las 3 a.m. Es la luz de una noche entera de sueño reparador, como una recompensa que llega cuando menos te lo esperas.

Si estáis pasando por esas noches interminables, os animo a que no perdáis la esperanza. Contadme vuestras historias, hacedme preguntas, o simplemente desahogaos un rato. Aquí estamos todas en el mismo barco, ¡y tarde o temprano, todas llegaremos a ese ansiado puerto de las noches tranquilas!

¡Buenas noches a todos… por fin!

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