El gran misterio del chupete
Desde que nació mi bebé, la pregunta estrella era: “¿Le vas a dar chupete?”. Según muchos, parecía ser el salvavidas universal para dormir, calmar, e incluso criar. Pero en cuanto lo probamos, descubrimos algo interesante: mi peque no quería ni verlo. Lo cogía, lo apretaba con fuerza como si fuera a recibir una recompensa, y al ver que no salía leche, se frustraba muchísimo. Y así, tras varios intentos fallidos, decidimos que el chupete no era para él.
Curiosamente, yo tampoco usé chupete cuando era pequeña. ¿Será esto algo hereditario?
La búsqueda del chupete perfecto
Al principio, me picó la curiosidad y me puse a investigar sobre el tema, como hacemos muchas madres primerizas cuando algo no va según el “manual”. Me encontré con relatos de madres que habían comprado montones de chupetes: de todas las formas, tetinas y texturas posibles, en una búsqueda casi desesperada del “chupete perfecto”. Y, sinceramente, me pareció un poco locura. ¿No sería más fácil aceptar que, si no lo quiere, simplemente no lo necesita?
Nosotros optamos por no insistir más, y vaya si nos quitamos un peso de encima.
¿Y cómo lo vas a calmar?
Otra de las cosas que más me sorprendió fue la cantidad de personas que me preguntaban, preocupadas: “¿Cómo lo vas a dormir sin chupete? ¿Y cómo lo vas a calmar cuando llore?”. ¡Como si el chupete fuera la única solución! Pero lo cierto es que mi bebé encontró sus propias formas de relajarse. A veces bastaba con una caricia, o simplemente con escuchar su musiquita favorita. Y claro, siempre está el método infalible: ¡estar con mamá!
Con el tiempo, me di cuenta de que esa dependencia del chupete que tantas familias experimentan no iba a formar parte de nuestra vida. Y, sinceramente, qué alivio.
Las ventajas de no haber usado chupete
Ahora que ha pasado el tiempo, puedo decir que no haber insistido con el chupete tiene sus beneficios. Para empezar, nos hemos evitado el clásico drama de las noches: cuando se les cae el chupete de la cuna y hay que levantarse corriendo a buscarlo. Además, algunos expertos señalan que no usar chupete puede favorecer el desarrollo dental y el del habla. No hay nada en su boca que lo estorbe cuando intenta balbucear o hablar.
Por otro lado, me siento afortunada de no tener que pasar por el temido “momento de despedida” del chupete, ese que algunos padres comparan con una telenovela dramática. Aquí no habrá lágrimas ni búsquedas desesperadas por la casa de ese trozo de plástico perdido. ¡Menos mal!
Será que ya sabía lo que quería
Viendo todo esto, creo que mi bebé, desde bien pequeñito, ya tenía claro lo que quería… y lo que no. Y yo, en lugar de forzarlo a algo que no le hacía falta, decidí respetar su decisión. Al final, lo más importante es que esté cómodo, y si eso significa vivir sin chupete, ¡mejor para todos!
¿Y vosotros? ¿Cómo lo llevasteis con el chupete?
Después de esta experiencia, me queda la curiosidad: ¿Habéis pasado por lo mismo? ¿O sois de los que tuvieron que idear mil estrategias para quitar el chupete? ¡Contadme vuestras historias en los comentarios!
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