Pies de mi bebé 1

Diario de una madre: Hablemos de pies

Ah, los pies de mi bebé. Esos diminutos trocitos de cielo que, desde el primer día, han sido protagonistas de incontables fotos y suspiros de ternura. Hoy, en nuestro “Diario de una madre”, quiero rendir homenaje a esos piececitos que, aunque pequeñitos, han dejado una gran huella en mi corazón (y en la casa).

Antes de nacer

Incluso antes de nacer, sus piececitos ya eran adorables. Recuerdo una vez, haciéndome una ecografía, que le dio patadas al ecógrafo. ¡Fue un espectáculo! La doctora ponía el ecógrafo en mi barriga y él respondía pataleandole jajaja. Se podía ver claramente su piececito en la imagen de la ecografía. Desde ese momento supe que esos pies iban a tener mucho carácter.

El primer encuentro

Recuerdo perfectamente el primer día que vi sus pies. Era tan chiquitín que cabía en la palma de mi mano. Sus dedos eran tan pequeños que parecían sacados de un cuento de hadas. Fue amor a primera vista. ¿Quién iba a pensar que algo tan sencillo como unos pies podía ser tan absolutamente adorables?

La etapa del calcetín perdido

Después de traerlo a casa, comenzó la era del “calcetín perdido”. Os juro que no hay un misterio más grande que ese. Nació a principios de diciembre, con el frío, así que siempre intentaba abrigarle hasta sus piececitos, claro. Ponía los dos calcetines con esmero, y cinco minutos después, uno había desaparecido. Tal vez hay un agujero negro para calcetines en algún lugar de nuestra casa. Eso, o tenemos un fantasma con fetiche por calcetines diminutos.

Pies en acción

Unos meses después, esos piecitos empezaron a cobrar vida propia. Al principio, solo se movían como si estuvieran bailando una samba invisible. Luego, descubrí que los pies de mi bebé tenían una relación especial con su boca. ¿A quién necesita juguetes cuando puede entretenerse masticando sus propios pies? Al menos, no tendré que preocuparme de que se le pierda ese “juguete”.

Pies irresistibles

Debo confesar que no puedo evitar mordisquearle los pies. Es que son tan irresistibles que siempre termino haciéndolo. Y lo mejor de todo es que él lo sabe. Cada vez que intento hacerle cosquillas, él me pone los pies en la boca. Así acabamos, con él riéndose a carcajadas y yo dándole un masajito en esos adorables deditos.

Pies hippies

Antes de lanzarse a caminar, mi bebé era un auténtico hippie. Gateaba por todas partes y, por mucho tiempo, se negó a usar zapatos o calcetines. No le gustaba nada tener algo en los pies y siempre acababa quitándoselos. Eso sí, hace unos días fuimos a la zapatería y, para mi sorpresa, entró con una talla y salió con tres tallas más. ¡Le crecen los pies a una velocidad increíble!

Aún sigue siendo un poco hippie en casa, siempre prefiriendo andar descalzo. Pero cuando quiere salir a la calle, me trae sus tenis. Es como si supiera que los pies descalzos son para el hogar y los tenis para la gran aventura que hay fuera.

Reflexiones finales

A lo largo de estos 20 meses, he visto cómo esos piecitos han crecido y cambiado. Han sido una constante fuente de asombro y diversión. Y aunque aún nos queda un largo camino de aventuras y calcetines perdidos por delante, estoy segura de una cosa: los pies de mi bebé siempre serán la parte más adorable y fotogénica de su pequeño cuerpo. Todas las fotos y gifs de este artículo son de sus pies y me costó mucho elegir entre los millones de foto-bebépies que tengo 😅.

Así que, a todas las mamás que están leyendo esto, os invito a dedicar un momento para admirar esos pequeños pies que tenéis en casa. Porque, aunque a veces los calcetines desaparezcan misteriosamente, no hay nada más tierno que los piecitos de un bebé.

¿Y vosotras? ¿Tenéis alguna anécdota divertida sobre los pies de vuestros peques? ¡Dejad vuestros comentarios abajo y compartid vuestras historias! ¡Me encantaría leerlas!

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