Hoy, cuando me siento a escribir estas líneas, hace unos días que mi pequeño cumplió 22 meses. ¡Casi dos años! Dos años que han volado y, a la vez, se han sentido como una eternidad. Porque, y esto es algo que he escuchado en más de una ocasión, cuando te conviertes en madre, los días se hacen largos, pero los años cortos. Y no puedo estar más de acuerdo. Hace dos años, estaba a dos meses de su llegada, con el corazón a mil por hora, imaginando cómo sería, soñando con su carita y tratando de prepararme para algo para lo que, realmente, nunca se está del todo lista.
![](https://vitanzia.com/wp-content/uploads/2024/09/IMG_5063-607x1024.jpeg)
Y ahora, aquí estamos. Mi bebé ha dejado de ser ese pequeñito que depende de mí para todo. Ahora tengo un niño que corre, que se ríe a carcajadas, que me da besos y abrazos (¡esos abrazos que te hacen olvidar cualquier cansancio!), que sube y baja escaleras como si nada, y hasta hace bromas. ¡Sí, bromas! Y es que el tiempo ha pasado tan rápido que a veces parece que parpadeo y ha crecido un poco más.
![](https://vitanzia.com/wp-content/uploads/2024/09/IMG_0976-768x1024.jpeg)
Por eso hoy quiero reflexionar sobre algo muy sencillo, pero tremendamente importante: para y respira hondo. En medio de la locura del día a día, del trabajo, la casa, los compromisos, la prisa… a veces se nos olvida parar, mirar, y darnos cuenta de que este momento, este justo ahora, no volverá jamás. Sé que suena a tópico, pero es verdad. Nuestro peque crece a un ritmo vertiginoso, y solo tenemos una oportunidad para disfrutar de su infancia. No va a volver a ser un bebé, ni un niño de dos años. Lo que estamos viviendo ahora es único, y debemos atesorarlo.
Sé que es difícil. A veces las ojeras se hacen más grandes que el corazón. El cansancio te roba la paciencia y los días se hacen cuesta arriba. Pero también sé que esos pequeños momentos, cuando nos reímos juntos, cuando le veo descubrir el mundo, cuando me sorprende con un nuevo gesto o palabra, son los que realmente importan. Son esos recuerdos los que se quedarán grabados para siempre, más allá de cualquier problema cotidiano.
Así que, a ti, padre o madre que lees esto, te lo digo de corazón: para, respira hondo y disfruta de cada momento. Porque, aunque parezca que el día se hace interminable, los años pasan volando. Y cuando menos te lo esperes, ese pequeño que hoy necesita que le des todo, que hace nada estaba aprendiendo a gatear, estará corriendo por la casa, subiendo escaleras o soltando sus primeras palabras. Parpadeas… y ya no es un bebé, es un niño que no para de crecer. Y, la verdad, me da miedo parpadear, porque cada vez que lo hago parece que ha crecido un poco más, y temo perderme algo de esta etapa tan fugaz y única.
![](https://vitanzia.com/wp-content/uploads/2024/09/IMG_0903-768x1024.jpeg)
Deja una respuesta