Hola a todos, bienvenidos a una nueva entrega del “Diario de una madre”. Hoy os hablaré de un tema que nos llena de alegría y terror a partes iguales: las vacaciones escolares. Sí, esas semanas interminables donde los colegios y guarderías cierran y los padres nos enfrentamos a la misión de entretener a nuestros pequeños sin perder la cordura. Una sabia madre de cuatro hijos me dijo una vez que, ante todo, hay que armarse de paciencia. Prepárate para reírte de las situaciones más locas, porque sobrevivir a las vacaciones escolares es una aventura.
Capítulo 1: La estrategia de las abuelas
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Para algunos, la solución es clara: ¡abuelas al rescate! Hay abuelas que se merecen una medalla de oro, diamantes y todo lo que haya. Estas valientes no se quedan solo con uno o dos nietos; no, ellas van a por el récord: ¡cuatro nietos de un golpe! Las semanas en su casa parecen campamentos militares, con un horario de actividades que haría envidiar a cualquier resort de cinco estrellas. Y no es que se las deje a propósito para descansar, ¡es que hay que trabajar y no hay otra opción! La abuela dirige su tropa con la paciencia de un santo y la energía de un café doble. Sus historias de guerra incluyen peleas por la última galleta y negociaciones diplomáticas para apagar la tele. ¡Un aplauso para esas abuelas heroicas!
Capítulo 2: El campamento de verano
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Luego están los valientes que optan por el campamento de verano. “Será una experiencia enriquecedora”, te dices a ti misma mientras llenas la mochila con protector solar, repelente de mosquitos y ropa de cambio para una semana. Y no pienses solo en campamentos en el bosque; hay campamentos de robótica, cocina, arte, y quién sabe qué más. Imagina a tu hijo con un delantal y un gorro de chef, intentando amasar plastilina. Lo que no te imaginas es que tu hijo volverá convertido en un pequeño experto en alguna cosa inesperada y traerá suficientes manchas de pintura en la ropa como para hacer una exposición de arte moderno.
Capítulo 3: La suerte de no trabajar
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Ah, la envidia que sentimos por esos padres afortunados que no trabajan en verano. Esos seres míticos que pueden pasar los días en la piscina, haciendo manualidades y paseos en bici sin preocuparse por reuniones ni plazos de entrega. Les vemos en las redes sociales, con sus fotos de helados, castillos de arena y sonrisas perfectas. “¡Qué suerte!”, pensamos. Pero luego te das cuenta de que, aunque ellos no trabajan, también están todo el día con los niños. Y entonces, la envidia se disuelve un poco. Además, muchos días pueden acabar ocupados en mil quehaceres y recados. Imagina tener que hacer la compra con tus pequeños compañeros de aventura, o ir al banco y que todos quieran tocar absolutamente todo. ¡La diversión no para!
Capítulo 4: Repartiendo las vacaciones
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Para muchos de nosotros, las vacaciones son una cuestión de logística avanzada. Tú te tomas una semana, luego tu pareja se toma otra, y así vais repartiendo el verano como si fuera un tablero de ajedrez. Cada uno pasa la mitad del tiempo con el bebé, y aunque no es la fórmula perfecta, es lo que hay. Al final, cuando uno vuelve al trabajo, el otro se queda con el pequeño destructor de mundos, intentando mantener la casa en pie y el bebé entretenido. ¡Toda una hazaña de equilibrio y paciencia! Pero inevitablemente, a pesar de todo el planning y el reparto de vacaciones, siempre hay una o dos semanas donde toca teletrabajar con el niño en casa.
Capítulo 5: Teletrabajando con niños en casa
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Y aquí estamos, enfrentando el verdadero desafío: teletrabajar con los niños en casa. Intentas ser productiva mientras tu hijo juega a tu alrededor. Estás en una videollamada importante, cuando de repente, una manita aparece en la pantalla y un balbuceo se oye de fondo. Creas un campamento improvisado en el salón, con mantas y cojines, y cruzas los dedos para que el interés dure al menos media hora. Entre email y email, juegas a las escondidas, cambias pañales y, de vez en cuando, encuentras tiempo para un respiro profundo. ¡Y no hablemos de esas veces que tienes que apagar el micrófono en una reunión porque el peque decidió que es un buen momento para probar su habilidad de hacer sonidos con la boca!
Así que, queridos lectores, cada familia tiene su propia odisea durante las vacaciones escolares. Ya sea delegando en las abuelas, enviándolos a campamentos variados, cuidándolos uno mismo, enfrentando el teletrabajo con niños o repartiendo las vacaciones con tu pareja, todos estamos en el mismo barco. Y al final del día, cuando por fin se duermen, suspiramos con alivio y empezamos a planear el próximo día de aventuras. ¡Felices vacaciones a todos!
¿Y vosotros? ¿Cómo os organizáis durante las vacaciones escolares? ¡Dejadme vuestros trucos y anécdotas en los comentarios! ¡Vamos a compartir risas y consejos entre todos!
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