Hoy es San Valentín. Y si aún no te has dado cuenta, es que vives en una burbuja. Porque entre los escaparates llenos de corazones, los supermercados atiborrados de bombones, los anuncios en cada tienda online, las redes sociales empapadas de amor y los correos de publicidad con ofertas de cenas románticas, es imposible no sentir el ambiente.
Lo curioso es que, aunque ahora todo gire en torno a flores, ositos de peluche y reservas en restaurantes, el origen de esta fecha es bastante menos idílico. Antes de las cenas a la luz de las velas, San Valentín fue una historia de emperadores con ideas cuestionables, bodas clandestinas y una fiesta romana que, digamos, no pasaría ningún filtro de romanticismo moderno.
Cuando enamorarse era ilegal

Nos vamos a la Antigua Roma, siglo III. Claudio II, emperador de turno, tenía una teoría brillante (según él): los soldados sin esposas ni hijos eran más efectivos en la batalla. Y como los emperadores no necesitaban justificarse, decidió prohibir el matrimonio entre jóvenes.
Aquí es donde aparece Valentín, un sacerdote que vio la norma y pensó: “Qué tontería más grande”. Así que decidió seguir casando parejas en secreto, haciendo caso omiso a la orden.
Obviamente, lo pillaron. Y a Claudio II no le hizo ni pizca de gracia la desobediencia, así que lo arrestaron, lo torturaron y finalmente lo ejecutaron el 14 de febrero del año 269. Con ese trágico final, Valentín se convirtió en símbolo del amor prohibido.
Las Lupercales: la “otra” fiesta de febrero

Mucho antes de que San Valentín se convirtiera en símbolo del amor, en Roma ya se celebraba una fiesta muy peculiar el 15 de febrero: las Lupercales. Esta festividad estaba dedicada a Lupercus, el dios de la fertilidad y la protección de los rebaños, y su objetivo era asegurar la prosperidad y la fertilidad para el año.
¿Y cómo lo hacían? Pues con un cóctel bastante curioso de sacrificios, bailes y rituales de purificación. Primero, sacrificaban cabras y un perro (porque sí, al parecer era necesario), luego los sacerdotes, conocidos como Lupercos, cortaban tiras de piel de cabra y salían corriendo semidesnudos por las calles, golpeando a las mujeres con estos trozos de piel para transmitirles fertilidad y buena suerte. Lo más sorprendente es que muchas mujeres no huían, sino que se acercaban voluntariamente para recibir esos “benditos latigazos”.
Y por si esto no fuera suficiente para animar la jornada, también había una especie de lotería del amor, donde los nombres de hombres y mujeres solteros se mezclaban en un sorteo, y las parejas resultantes pasaban el festival (o más tiempo si la cosa cuajaba) juntos.
Si bien las Lupercales fueron muy populares durante siglos, con la llegada del cristianismo la cosa cambió y el festival fue considerado poco apropiado. Al final, en el siglo V, el papa Gelasio I decidió que ya estaba bien de tanto correr semidesnudo y transformó la celebración en lo que hoy conocemos como San Valentín.
¿Y Cupido?

Vale, tenemos a un sacerdote rebelde, un emperador testarudo y unos romanos que corrían sin ropa por las calles. Pero, ¿de dónde sale Cupido?
Cupido es el dios del deseo en la mitología romana (su contraparte griega es Eros). Es hijo de Venus, la diosa del amor, y se le representa como un niño alado con un arco y flechas. Curiosamente, en algunos relatos se dice que sus flechas podían hacer que las personas se enamoraran perdidamente o, por el contrario, las dejaban totalmente desinteresadas. Con el tiempo, la imagen de Cupido se fue suavizando hasta convertirse en ese adorable símbolo que hoy adorna tarjetas y peluches.
La evolución tras los siglos

En la Edad Media, la gente ya se escribía cartas de amor en esta fecha, pero el gran boom comercial llegó en el siglo XIX, cuando alguien se dio cuenta de que vender postales románticas podía ser un negocio redondo. Y de ahí pasamos a los bombones, los ramos de flores y toda la publicidad que hoy nos invita a celebrar el amor de forma espectacular.
Así que sí, todo esto empezó con un sacerdote rebelde y terminó con cenas a la luz de las velas y escaparates llenos de corazones. Lo irónico es que, después de tanto lío, Claudio II se quedó sin soldados y sin razones para prohibir los matrimonios.
En fin, hoy es San Valentín. ¿Lo celebráis con entusiasmo o preferís dejarlo pasar y disfrutar del resto del día? ¡Contadme vuestra opinión en los comentarios!
Genial tú resumen de este comercial día hoy en día me ha resultado curioso lo de los lupercos jeejej… adelante 💪💯 por más publicaciones interesantes…un abrazo 🤗