Esta entrada es un 2×1 porque une dos secciones del blog: Diario de una madre y De Andalucía a Galicia. Y es que, viviendo en Galicia, donde mi peque está expuesto a tres idiomas —español, gallego e inglés—, las anécdotas lingüísticas en casa no faltan. Últimamente, habla muchísimo, suelta frases completas y todo lo hace con una seguridad que me deja descolocada. ¿El problema? Que no le entiendo ni la mitad de las veces.
Siempre bromeo con que habla como un Minion: sonidos, gestos y ocurrencias que parecen sacadas de un idioma propio. Pero estas Navidades descubrí que no es que hable Minion… es que yo, andaluza con poco gallego en mi haber, estoy intentando seguirle el ritmo a un pequeñajo que ya maneja tres idiomas a su manera.
Peixes y fishes: el misterio de los peces
Todo empezó en Navidad. Uno de sus regalos estrella fue un juego para pescar pececitos de colores. Después de un rato jugando, vino muy decidido, me dio uno de los peces y dijo: “Peisseee”. Al principio pensé que era otra de sus palabras inventadas, pero algo me sonaba. Así que, intrigada, le pregunté a mi marido:
—Oye, ¿cómo se dice pez en gallego?
—Peixe —me contestó.
¡Y ahí estaba! Mi hijo no estaba inventándose nada, me estaba hablando en gallego, como si fuera lo más normal del mundo.
Hasta ahí todo bien. Pero un par de semanas después, en casa, volvió con los mismos peces. Esta vez me los iba dando uno a uno mientras decía: “A fish… a fishhh”. Y ahí ya me quedé sin palabras. Su pronunciación de fish era tan perfecta que parecía que llevaba meses en clases particulares de inglés.
Ni Minion ni inventado: un pequeño políglota
Lo que pasa es que, entre que en casa hablamos siempre en español, en la guardería les cuentan cuentos en gallego y también hacen actividades en inglés, mi peque se está convirtiendo en un mini políglota. Claro, cuando me habla con esa soltura, me cuesta pillarle el idioma, y ahí estoy yo, intentando adivinar si es gallego, inglés, español o una mezcla de los tres.
Un caos lingüístico que me encanta
Al final, no importa en qué idioma me hable. Lo bonito es que su cabecita está absorbiendo todo lo que oye y lo transforma en su propio lenguaje. Aunque me cueste entenderle, me siento orgullosa de este caos lingüístico que tenemos en casa.
¿Os pasa algo parecido? ¿Vuestros peques también os hablan en idiomas que no esperáis? ¡Contadme vuestras historias que seguro no soy la única con un “minion políglota”!
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